Luna era una gatita muy especial con pelo negro como la noche y ojos verdes como esmeraldas. Vivía en una casita acogedora y, lo que nadie sabía, ¡podía controlar el tiempo! Si se sentía apurada, podía hacer que las horas pasaran volando como pájaros. Si quería saborear un momento, podía detener el tiempo y disfrutarlo un poquito más.
Un día, todos los amigos de Luna, el conejito Saltarín, la ardilla Chispa y el osito Dormilón, estaban muy tristes. Habían esperado mucho tiempo para el festival de las bayas, ¡pero el día estaba nublado y el sol no salía! Luna vio sus caritas decaídas y supo qué hacer. Cerró los ojos, concentró su magia y ¡zas! Hizo que el sol brillara más fuerte y rápido, acelerando el tiempo hasta que el cielo se despejó por completo.
Todos celebraron el festival con gran alegría. Luna se dio cuenta de que su poder era maravilloso, pero también aprendió algo importante. Controlar el tiempo era divertido, pero compartir momentos felices con sus amigos era aún mejor, sin importar cuánto duraran. Así, Luna usó su magia con cuidado, siempre pensando en cómo hacer felices a los demás y disfrutando cada instante juntos.
Fin ✨