Luna era una gatita muy especial. Tenía el pelo tan negro como la noche y unos ojos que brillaban como estrellas. Pero lo más especial de Luna era su superpoder: ¡la supervelocidad! Cuando Luna corría, era como un borrón de sombra veloz, más rápida que el viento. Un día soleado, el ratón de juguete favorito de Luna, el señor Bigotes, desapareció. Luna buscó por todos los rincones de la casa, debajo de la cama, detrás de las cortinas, pero no había rastro del señor Bigotes.
Luna decidió usar su supervelocidad para encontrar a su amigo. Cerró los ojos, pensó en el señor Bigotes y ¡zas! Salió disparada como un rayo. Corrió por el jardín tan rápido que las flores parecían borrones de colores. Pasó por el estanque donde los peces nadaban perezosamente, y luego por el viejo roble donde los pájaros cantaban. De repente, Luna vio algo brillante entre unas ramas altas. ¡Era el señor Bigotes! Un pájaro juguetón lo había llevado hasta allí para jugar.
Con su supervelocidad, Luna trepó al árbol en un instante. Abrazó fuertemente al señor Bigotes y le susurró: '¡Oh, señor Bigotes, cuánto te extrañé!'. Luego, con su amigo a salvo en sus brazos, bajó con la misma velocidad. Luna aprendió ese día que, aunque su supervelocidad era increíble, lo más importante era cuidar a sus amigos y no rendirse nunca en su búsqueda. Y así, Luna y el señor Bigotes jugaron felices por el resto del día.
Fin ✨