Porfidio, el Perro Veloz

Por
María Jovita Fernández Gutiérrez
María Jovita Fernández Gutiérrez
25/9/2025INICIAL
En el corazón de un pueblo soleado vivía Porfidio, un perrito intrépido de pelaje negro azabache y o
Inicio del Cuentito

Parte 1

En el corazón de un pueblo soleado vivía Porfidio, un perrito intrépido de pelaje negro azabache y ojos tan marrones como las nueces recién caídas. Porfidio no era un perro común; poseía un secreto maravilloso que lo hacía único en el mundo canino. Desde muy joven, descubrió que sus patas podían moverse a una velocidad asombrosa, dejándolo como una mancha borrosa ante los ojos de los demás. Este don, que él llamaba su 'súper velocidad', lo convertía en el corredor más rápido de todo el vecindario. Podía dar la vuelta al parque en un abrir y cerrar de ojos, o traer el periódico antes de que el sol terminara de salir. Sus amigos animales, un conejo tímido llamado Benito y una ardilla curiosa llamada Chispa, a menudo se quedaban boquiabiertos al verlo desaparecer y reaparecer. Porfidio adoraba su habilidad, pero a veces se sentía un poco solo. Era tan rápido que era difícil jugar a lazar con sus amigos sin que los alcanzara en un instante. Disfrutaba de la emoción de la velocidad, pero anhelaba momentos de juego más pausados donde pudiera compartir risas y carreras a un ritmo más igualado. Un día, mientras practicaba sus giros vertiginosos alrededor de un viejo roble, notó algo inusual. Un pequeño pájaro había caído de su nido y, temblando, intentaba arrastrarse hacia la seguridad del arbusto cercano. El peligro se cernía sobre él en forma de un gato sigiloso que acechaba desde las sombras. Porfidio sintió una punzada de preocupación. Sabía que podía llegar al pájaro en un instante, pero también sabía que su velocidad podría asustarlo aún más. Tenía que pensar rápido y usar su súper velocidad de una manera diferente, una que no solo fuera rápida, sino también gentil.

Sin dudarlo, Porfidio activó su don. Pero esta vez, no corrió en círculos frenéticos. En lugar de es
Desarrollo del Cuentito

Parte 2

Sin dudarlo, Porfidio activó su don. Pero esta vez, no corrió en círculos frenéticos. En lugar de eso, corrió en una línea recta y suave hacia el arbusto, calculando cada movimiento para ser lo más silencioso posible. Sus patas apenas tocaron el suelo mientras se acercaba al pajarito asustado. El gato, sorprendido por la repentina aparición de Porfidio, se detuvo en seco, sus ojos verdes fijos en el intruso canino. Porfidio se colocó delicadamente entre el gato y el pajarito. No ladró ni gruñó; en cambio, emitió un suave gemido tranquilizador hacia el pequeño ser alado. Luego, con la misma velocidad controlada, se alejó unos metros y ladró una vez, un ladrido corto y agudo, diseñado para distraer al gato sin causarle daño. El felino, confundido por la estrategia del perro, ladeó la cabeza. En ese breve instante de distracción, Porfidio dio un rápido vistazo hacia el pájaro. Vio que ya había logrado arrastrarse hasta la seguridad del follaje denso del arbusto, fuera del alcance del gato. El corazón de Porfidio se llenó de alivio y una calidez especial. Había usado su súper velocidad no solo para ser rápido, sino para proteger a alguien más. El gato, al darse cuenta de que su presa había escapado y al ver la decidida (aunque pacífica) actitud de Porfidio, decidió que la caza había terminado por hoy. Se dio la vuelta con un movimiento elegante y desapareció entre los arbustos, buscando presas menos defendidas. Porfidio observó su partida, sintiendo una profunda satisfacción. Cuando Benito y Chispa llegaron corriendo, atraídos por el alboroto, encontraron a Porfidio sentado tranquilamente junto al arbusto, meneando la cola. Le contaron al perrito lo bien que había actuado, y Porfidio, con una sonrisa canina, les explicó cómo había usado su velocidad para ser un héroe discreto y amable.

Parte 3

Desde ese día, la perspectiva de Porfidio sobre su súper velocidad cambió para siempre. Ya no se trataba solo de ganar carreras o de impresionar a sus amigos con su rapidez. Descubrió que su don podía ser una herramienta poderosa para el bien, para ayudar a los necesitados y para proteger a los más vulnerables. Entendió que ser rápido era una habilidad, pero ser rápido para ayudar era una virtud. Comenzó a usar su velocidad de maneras nuevas y sorprendentes. Si algún juguete se perdía en lugares difíciles de alcanzar, Porfidio lo recuperaba en un santiamén. Si alguien dejaba caer algo importante y este rodaba peligrosamente cerca de un desagüe, él lo detenía antes de que desapareciera. Sus amigos admiraban no solo su velocidad, sino también su generosidad y su buen corazón. Porfidio aprendió que los verdaderos superhéroes no son solo aquellos que son los más fuertes o los más rápidos, sino aquellos que usan sus talentos, sin importar cuán grandes o pequeños sean, para hacer del mundo un lugar mejor. Su velocidad era un regalo, y él decidió usarlo para regalar seguridad y ayuda a quien la necesitara. Así, Porfidio continuó viviendo en su pueblo soleado, un perrito negro de ojos marrones, no solo conocido por su increíble velocidad, sino también por su gran corazón. Cada día era una nueva oportunidad para demostrar que la verdadera grandeza reside en la bondad y en el coraje de usar nuestros dones para ayudar a los demás, sin importar lo rápido que vayamos. Y así, nuestros amigos Benito y Chispa siempre recordarán a Porfidio, no solo como el perro más veloz del mundo, sino como el más amable y valiente, el perrito que les enseñó que incluso la habilidad más impresionante, cuando se combina con un buen corazón, puede lograr maravillas.

Fin ✨

Detalles del Cuentito

Protagonista:Porfidio
Categoría:
Tipo de personaje:
Superpoder:
Estilo:

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