Celeste, la Curandera Brillante

Por
BRIGITH ALEJANDRA ALMANZA GARCIA
BRIGITH ALEJANDRA ALMANZA GARCIA
16/10/2025INICIAL
En un pequeño pueblo bañado por el sol, vivía una niña llamada Celeste. No era una niña común y corr
Inicio del Cuentito

Parte 1

En un pequeño pueblo bañado por el sol, vivía una niña llamada Celeste. No era una niña común y corriente; Celeste tenía un secreto maravilloso. Con su cabello castaño como la tierra fértil, ojos verdes que brillaban como esmeraldas y una piel del color del caramelo, irradiaba una bondad especial. Desde muy pequeña, descubrió que tenía un don extraordinario: el poder de sanar con tan solo tocar. Si un pajarito caía de su nido con un ala rota, Celeste lo tomaba con suavidad, murmuraba unas palabras mágicas y sentía cómo la vida volvía a vibrar en las pequeñas plumas. Si un amigo se raspaba la rodilla jugando, un roce de Celeste hacía desaparecer el dolor y la herida se cerraba, dejando solo una leve marca. Sus padres, siempre orgullosos, sabían que su hija era un regalo para el mundo. Le enseñaron a usar su poder con responsabilidad y amor, recordándole que la verdadera fuerza no reside en la potencia, sino en la compasión. Celeste creció entendiendo que cada criatura, grande o pequeña, merecía ser cuidada. Un día, una extraña sombra cubrió el pueblo. Las flores comenzaron a marchitarse y los animales se sentían débiles y tristes. Una extraña enfermedad, nacida de la desolación, se estaba extendiendo, y los aldeanos no sabían qué hacer. Fue entonces cuando Celeste, con determinación en su corazón verde, decidió que era su momento de brillar. Se puso su capa más colorida y salió a enfrentar la oscuridad, lista para usar su don sanador en cada rincón del pueblo.

Celeste comenzó su jornada, recorriendo cada calle y cada jardín. Vio cómo las plantas se inclinaban
Desarrollo del Cuentito

Parte 2

Celeste comenzó su jornada, recorriendo cada calle y cada jardín. Vio cómo las plantas se inclinaban con tristeza, sus hojas caídas como lágrimas. Con un toque suave de sus manos, la vida regresaba a ellas. Las flores se irguieron, desplegando sus pétalos en vibrantes colores, y un dulce perfume llenó el aire nuevamente. Luego, se dirigió al bosque, donde los conejos y las ardillas se escondían, temerosos y enfermos. Con paciencia, se acercó a cada uno de ellos, ofreciendo consuelo y su toque sanador. Poco a poco, los animalitos recuperaron su energía, jugando y correteando entre los árboles con alegría. En la plaza del pueblo, los aldeanos esperaban con rostros preocupados. Varios de ellos habían caído enfermos, sus cuerpos débiles y sin esperanza. Celeste se acercó a ellos, uno por uno, su presencia irradiando una luz tranquilizadora. Sus manos, cálidas y gentiles, descansaban sobre las frentes febriles y los corazones apesadumbrados. Sintió la energía de la enfermedad disiparse con cada toque, reemplazada por una calidez revitalizante. Una por una, las sonrisas volvían a los rostros de los aldeanos. El sol comenzó a brillar con más fuerza, disipando las últimas sombras. El pueblo entero, antes sumido en la desolación, ahora resonaba con risas y cantos. Celeste, cansada pero feliz, observó la transformación que su poder había logrado.

Parte 3

A medida que la noche caía, el pueblo entero celebraba. Las luces parpadeaban, la música llenaba el aire, y todos compartían la alegría de haberse recuperado. Celeste, la niña con el don de curar, se había convertido en la heroína de su hogar. Los aldeanos se reunieron a su alrededor, agradeciéndole infinitamente. Le decían que su bondad y su poder habían salvado a todos, devolviéndoles la esperanza y la salud. Celeste sonrió, sintiendo el calor de la gratitud en su corazón. En ese momento, comprendió algo muy importante. Su poder no era solo sanar cuerpos, sino también curar corazones, traer consuelo y recordarles a todos la importancia de cuidarse mutuamente. La verdadera fuerza residía en la empatía y en el deseo de ayudar. Desde aquel día, Celeste continuó usando su don con sabiduría, no solo para curar las heridas físicas, sino también para aliviar las tristezas y las preocupaciones. Enseñó a sus amigos y vecinos que cada pequeña acción de bondad, por insignificante que parezca, tiene el poder de sanar y hacer del mundo un lugar mejor. Y así, el pequeño pueblo bañado por el sol se convirtió en un ejemplo de unidad y cuidado, todo gracias a una niña con cabello castaño, ojos verdes y un corazón lleno de amor y la magia de la sanación.

A medida que la noche caía, el pueblo entero celebraba. Las luces parpadeaban, la música llenaba el
Final del Cuentito

Fin ✨

Detalles del Cuentito

Protagonista:Celeste
Categoría:
Tipo de personaje:
Superpoder:
Estilo:

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