Ángela, la Niña Voladora

Por
Angela Ramon Ortiz
Angela Ramon Ortiz
15/11/2025INICIAL
En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y ríos cristalinos, vivía una niña llamada Ángela. Án
Inicio del Cuentito

Parte 1

En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y ríos cristalinos, vivía una niña llamada Ángela. Ángela no era una niña común; poseía un secreto maravilloso. Desde que tenía memoria, había descubierto que podía elevarse en el aire y volar. Su cabello castaño caía en cascada mientras sus ojos marrones brillaban de emoción cada vez que desplegaba sus alas invisibles. Su piel de tono medio le daba un aspecto saludable y enérgico. A pesar de su increíble don, Ángela era una niña dulce y amable, siempre dispuesta a ayudar a quienes la rodeaban. Le encantaba pasear por el cielo, observando el mundo desde una perspectiva única. Su mayor alegría era ver las sonrisas en los rostros de las personas cuando acudía en su auxilio. Ya fuera para recuperar un sombrero llevado por el viento o para ayudar a un pajarito a volver a su nido, Ángela volaba con gracia y destreza. A menudo, los habitantes del pueblo la llamaban 'nuestra pequeña superheroína', un apodo que ella aceptaba con humildad. Nunca presumía de su poder, sino que lo usaba para hacer el bien y sembrar alegría. La fantasía se convertía en realidad cada vez que surcaba los cielos. Un día soleado, mientras jugaba cerca del bosque, Ángela escuchó un llanto proveniente de lo alto de un árbol altísimo. Miró hacia arriba y vio a un gatito atrapado en una rama, maullando desesperado. La madre del gatito correteaba por el suelo, angustiada. Sin dudarlo un instante, Ángela sintió el cosquilleo familiar en sus pies y se elevó suavemente hacia el cielo, sus rizos castaños ondeando con la brisa. Sus ojos marrones se fijaron en la pequeña criatura asustada. Con cuidado, se acercó a la rama y extendió sus manos para tomar al gatito. El animalito, temblando, se acurrucó en sus brazos. Ángela lo tranquilizó con palabras dulces y le prometió que estaría a salvo. El vuelo de regreso fue suave, descendiendo con elegancia hasta que el gatito pudo reunirse con su madre, quien lo lamió con gratitud. La dueña del gatito, una anciana amable, abrazó a Ángela con lágrimas en los ojos, agradeciéndole su valentía y su don especial. Desde ese día, Ángela comprendió que su poder de volar no era solo una aventura personal, sino una herramienta para demostrar bondad y coraje. Aprendió que incluso los dones más extraordinarios son más valiosos cuando se comparten con compasión. Cada vez que volaba, recordaba la importancia de ser útil y de ayudar a los demás, sin importar lo pequeño que pareciera el gesto. Y así, la niña con cabello castaño y ojos marrones siguió volando, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y generosidad en su pequeño pueblo.

Los días continuaron, y el talento de Ángela para el vuelo se volvió una fuente de inspiración para
Desarrollo del Cuentito

Parte 2

Los días continuaron, y el talento de Ángela para el vuelo se volvió una fuente de inspiración para todos. No solo ayudaba a personas o animales en apuros, sino que también realizaba pequeñas hazañas que llenaban de maravilla el día a día. En una ocasión, el viento se llevó el globo de un niño pequeño que lloraba desconsoladamente. Ángela, que estaba jugando cerca, lo vio todo y, sin mediar palabra, despegó y atrapó el globo justo antes de que cruzara el horizonte. La risa del niño al recuperar su juguete fue música para los oídos de Ángela. Otra vez, durante la feria anual del pueblo, un grupo de globos aerostáticos iba a despegar, pero una repentina ráfaga de viento amenazaba con dañar uno de ellos. Ángela voló rápidamente y, con un movimiento ágil, estabilizó el globo, asegurándolo hasta que el viento amainó. Los organizadores y los pasajeros la aclamaron, maravillados por su rápida intervención. Su habilidad para moverse por el aire con tanta seguridad era asombrosa, y su piel media parecía irradiar una confianza tranquila. Un día, la anciana Señora Elara, que vivía en la cima de la colina más alta, perdió su receta especial para hacer galletas, la única copia. Estaba muy triste porque iba a haber un evento benéfico y quería prepararlas. Ángela, al escuchar la noticia, voló directamente a su casa. Voló en círculos alrededor de la propiedad de la Señora Elara, sus ojos marrones escaneando el suelo. Finalmente, divisó un papelito blanco que ondeaba bajo un arbusto. Con delicadeza, descendió y recogió el papel. ¡Era la receta! La Señora Elara estaba radiante de alegría. Le dio a Ángela un abrazo muy fuerte y, como agradecimiento, le prometió un plato entero de sus famosas galletas una vez que terminara de hornearlas. Ángela se sintió muy feliz de haber podido ayudar, y el aroma dulce de las galletas que flotaba desde la cocina de la Señora Elara era una recompensa aún mayor. Así, Ángela demostraba constantemente que ser especial no significaba ser diferente, sino usar lo que te hace único para el beneficio de los demás. Su poder de volar era una extensión de su buen corazón, y cada acto de bondad fortalecía su espíritu tanto como sus alas la elevaban. Su cabello castaño era el marco perfecto para una cara que siempre mostraba la luz de la compasión.

Parte 3

A medida que Ángela crecía, su comprensión de su poder y su responsabilidad se profundizaba. Sabía que no todos los días serían soleados y fáciles. Un invierno, una fuerte nevada cubrió el pueblo, dificultando mucho el movimiento. Un pequeño grupo de exploradores se había perdido en el bosque cercano y el tiempo se agotaba para encontrarlos antes de que la noche cayera por completo. Las autoridades del pueblo estaban preocupadas y no sabían cómo organizar un rescate eficaz en esas condiciones. Ángela, sin dudarlo, se puso su abrigo más cálido y salió volando hacia el bosque nevado. El viento helado azotaba su cabello castaño, pero sus ojos marrones estaban fijos en la tarea. Voló bajo y rápido, escaneando el blanco paisaje cubierto de nieve. Su habilidad para volar le permitía navegar por encima de los obstáculos, buscando cualquier señal de los exploradores perdidos. Su piel media contrastaba con la nieve brillante. Después de lo que pareció una eternidad, divisó una pequeña figura anclada en la nieve, cerca de un gran pino. Eran los exploradores. Estaban cansados, fríos y asustados, pero al ver a Ángela descender, sintieron una oleada de esperanza. Ella los animó, recordándoles que no estaban solos y que pronto estarían a salvo. Con su fuerza y determinación, les ayudó a agruparse y a protegerse del frío mientras ella volaba de regreso para guiarlos. Ángela voló de regreso al pueblo y regresó con ayuda. Un equipo de rescate, guiado por Ángela desde el aire, pudo llegar hasta los exploradores y traerlos de vuelta sanos y salvos. Todos en el pueblo aplaudieron a Ángela, agradeciéndole su valentía y su rápida acción. Se dieron cuenta de que, aunque su poder era especial, era su coraje y su deseo de ayudar lo que realmente marcaba la diferencia. Esa noche, acurrucada en su cama, Ángela reflexionó sobre el día. Comprendió que ser un héroe no se trataba solo de tener superpoderes, sino de usarlos con inteligencia, valentía y un corazón lleno de compasión. La lección más importante que aprendió fue que la verdadera fortaleza reside en la bondad y en la disposición a ayudar a quienes lo necesitan, sin importar las dificultades. Y así, con esa sabiduría, Ángela, la niña voladora, siguió protegiendo su pueblo y inspirando a todos a ser un poco más amables y valientes cada día.

A medida que Ángela crecía, su comprensión de su poder y su responsabilidad se profundizaba. Sabía q
Final del Cuentito

Fin ✨

Detalles del Cuentito

Protagonista:Ángela
Categoría:
Tipo de personaje:
Superpoder:
Estilo:

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