Marce era un niño muy especial. Tenía el cabello negro como la noche estrellada, ojos tan azules como el cielo en un día despejado y una piel que reflejaba el sol. Lo que hacía a Marce diferente de los demás niños era su gran amor por los animales y la naturaleza. Pero lo más increíble de todo era su superpoder secreto: ¡podía hablar con los animales! Un día, Marce recibió una invitación muy emocionante. ¡Sería el astronauta más joven en viajar a la Luna! Estaba tan feliz que no podía esperar. Empacó su traje espacial brillante, su casco y una pequeña mochila con sus juguetes favoritos y algunas galletas. Se despidió de sus padres y de su perro, Max, prometiendo traerle una roca lunar. El cohete despegó con un estruendo tremendo, empujando a Marce suavemente contra su asiento. Miró por la ventana y vio la Tierra volverse cada vez más pequeña, una canica azul y verde flotando en la vasta oscuridad salpicada de estrellas. Era un espectáculo maravilloso que lo dejó sin aliento. Al llegar a la Luna, Marce sintió una extraña emoción. El paisaje era desolado y gris, cubierto de polvo fino y rocas. Se sentía un poco solo en ese lugar tan silencioso, pero sabía que tenía una misión importante. Bajó del cohete con cautela, dejando las primeras huellas de un niño en el suelo lunar. Mientras exploraba, Marce escuchó un pequeño sonido. ¡Venía de una pequeña roca que parecía moverse! Se acercó y, para su sorpresa, vio una criatura diminuta y esponjosa, como un conejo plateado, mirándolo con grandes ojos curiosos. Era un lunar, un animal que solo existía en la Luna.
Marce se agachó lentamente. 'Hola', susurró. Para su asombro, el pequeño lunar movió sus antenas plateadas y emitió un suave chillido. Marce sonrió. ¡El lunar estaba respondiendo! Usando su superpoder, Marce entendió que el lunar se llamaba Lunito y que estaba perdido. 'No te preocupes, Lunito', dijo Marce con dulzura. 'Te ayudaré a encontrar a tu familia'. Lunito, sintiendo la bondad en la voz de Marce, se acercó y frotó su cabeza contra la bota espacial del niño. Marce se sintió conmovido por la confianza del pequeño ser. Juntos, Marce y Lunito comenzaron a caminar por la superficie lunar. Marce observaba el terreno con atención, mientras Lunito saltaba ágilmente a su alrededor, señalando con sus antenas pequeñas cuevas y formaciones rocosas. Marce se dio cuenta de que, aunque la Luna parecía vacía, estaba llena de vida secreta. Guiados por los sonidos y las indicaciones de Lunito, llegaron a una zona con muchas rocas redondas y brillantes. Allí, Marce vio a varias criaturas idénticas a Lunito, jugando y buscando comida. Los lunares se acercaron a Lunito con gran alegría, cubriéndolo con sus pequeños cuerpos peludos. Lunito se volvió hacia Marce y emitió un sonido más fuerte, que Marce entendió como un agradecimiento sincero. Marce se sintió muy feliz de haber ayudado. Antes de regresar a su nave, recogió una pequeña roca lunar para Max y una para él, recordando siempre a su nuevo amigo.
De vuelta en la Tierra, Marce fue recibido como un héroe. Max lo recibió con ladridos de alegría y moviendo la cola frenéticamente. Marce le dio la roca lunar, y Max la olfateó con curiosidad, como si también pudiera entender su origen especial. Marce contó su aventura en la Luna y cómo había ayudado a Lunito a encontrar a su familia. Sus padres lo escucharon con asombro, sabiendo que su hijo tenía un corazón bondadoso y un don maravilloso. La lección que Marce aprendió en la Luna fue que, sin importar cuán diferente o lejano sea un lugar, la bondad y la amistad siempre pueden florecer. También entendió que escuchar y ayudar a quienes nos necesitan, incluso si no hablan nuestro mismo idioma, es un acto de valentía y amor. El superpoder de Marce no era solo hablar con los animales, sino usar esa habilidad para hacer del mundo, y de otros mundos, un lugar mejor. Desde ese día, Marce continuó explorando la naturaleza, hablando con los pájaros en los árboles, los peces en el río y hasta las hormigas en el camino. Sabía que cada criatura tenía una historia que contar y que él estaba allí para escuchar y protegerlos. Porque al final, Marce descubrió que el mayor superpoder de todos es tener un corazón abierto y compasivo, capaz de conectar con todas las formas de vida, ya sea en la Tierra o en la lejana y estrellada Luna.
Fin ✨