Daniel era un niño con cabello castaño y ojos marrones que soñaba con las estrellas. Le encantaba leer libros de aventuras espaciales, imaginando que él mismo exploraba planetas lejanos y hacía nuevos amigos cósmicos. Su piel, de un tono medio, brillaba con la emoción cada vez que abría un libro o miraba la luna por la ventana de su habitación. Nadie sabía su secreto, su increíble superpoder: una fuerza descomunal, capaz de levantar objetos mucho más pesados que él.
Un día, la nave espacial de su papá, el Capitán Leo, tuvo un problema grave mientras viajaba hacia Marte. Un meteorito había dañado un panel crucial, y la nave empezaba a perder aire. El Capitán Leo estaba preocupado, ya que las herramientas especiales para repararlo estaban atascadas en un compartimento de carga. Daniel, que estaba en la Tierra viendo el lanzamiento, sintió la urgencia en la voz de su papá por la radio.
Sin pensarlo dos veces, Daniel corrió hacia el garaje, donde su papá guardaba algunas herramientas pesadas. Agarró una gran llave inglesa y, con toda su súper fuerza, la usó para abrir el compartimento de carga bloqueado. Luego, con la misma fuerza, movió las pesadas herramientas hacia la plataforma de lanzamiento, justo a tiempo para que su papá pudiera enviárselas a través de un brazo robótico. La misión fue un éxito gracias a la rápida acción y la fuerza secreta de Daniel. Aprendió que usar su poder para ayudar es lo más importante.
Fin ✨