Jarumy y el Secreto del Jardín Florido

Por
Wendy Jarumy Ríos Castillo
Wendy Jarumy Ríos Castillo
26/9/2025INICIAL
En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes, vivía una maestra llamada Jarumy. Su cabello era del
Inicio del Cuentito

Parte 1

En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes, vivía una maestra llamada Jarumy. Su cabello era del color de las castañas maduras, sus ojos profundos como la tierra fértil y su piel clara como la luz de la mañana. Jarumy amaba enseñar a los niños, pero lo que más amaba era cuidar de su jardín, un lugar lleno de flores de todos los colores y aromas imaginables. Los niños del pueblo sabían que si algo les dolía, la maestra Jarumy siempre tenía una palabra amable y un bálsamo especial que traía alivio. Un día, una extraña tristeza se apoderó del jardín. Las flores, antes vibrantes y llenas de vida, comenzaron a marchitarse. Los pétalos perdían su color y las hojas se volvían grises. Jarumy, con el corazón encogido, intentó todo lo que sabía: agua fresca, sol y abono, pero nada parecía funcionar. Los niños, preocupados, venían a visitarla y veían cómo su maestra luchaba por salvar su preciado jardín. La tristeza del jardín se reflejaba en el rostro de Jarumy. Jarumy tenía un don secreto: poseía el poder de curar. No solo curaba pequeños rasguños y golpes de sus alumnos, sino que también podía sentir el dolor de las plantas y animales. Un atardecer, mientras regaba con esmero una rosa marchita, sintió una profunda debilidad emanando de la tierra. Era como si el jardín estuviera sufriendo un malestar invisible, un cansancio que la envolvía. Decidida a descubrir la causa, Jarumy cerró los ojos y extendió sus manos hacia la tierra. Concentró toda su energía y su amor por la naturaleza. Pudo sentir la energía vital del jardín fluyendo a través de ella. Sintió cómo las raíces sedientas anhelaban nutrición y cómo algunas plantas estaban ahogadas por una humedad excesiva, mientras otras sufrían por falta de luz. Era una red de pequeños desequilibrios. Entonces, Jarumy comprendió. El jardín no estaba enfermo por una causa única, sino por muchos pequeños problemas que, sumados, lo habían debilitado. Con su poder sanador, pero esta vez enfocado en la empatía y el entendimiento, Jarumy comenzó a distribuir su energía. Tocó cada planta, cada hoja, cada flor, infundiendo calma y equilibrio. Sentía cómo la vitalidad regresaba lentamente, como un susurro que se convertía en canción. Al día siguiente, el jardín de Jarumy era un espectáculo de vida renovada. Las rosas volvieron a lucir sus pétalos carmesí, los girasoles alzaron sus rostros hacia el sol con alegría y el aire se llenó de un aroma dulce y embriagador. Los niños llegaron con asombro y gozo, y Jarumy los recibió con una sonrisa radiante. Les explicó que el jardín no estaba enfermo, sino que simplemente necesitaba un poco de atención especial y equilibrio, algo que ella pudo brindarle con su don.

Al día siguiente, el jardín de Jarumy era un espectáculo de vida renovada. Las rosas volvieron a luc
Desarrollo del Cuentito

Parte 2

Los niños, fascinados, empezaron a observar más de cerca el jardín. Vieron cómo Jarumy les enseñaba a identificar qué plantas necesitaban más agua, cuáles debían ser podadas para crecer mejor y cuáles recibían demasiado sol. Aprendieron que cada flor, cada hoja, tenía sus propias necesidades y que era importante escucharlas con atención y cuidado. Jarumy les dijo: "Así como nuestro jardín necesita diferentes cuidados, cada uno de ustedes es diferente y tiene necesidades únicas. Mi poder me ayuda a sentir esas necesidades, pero ustedes también pueden aprender a observarlas y a cuidarse mutuamente, siendo amables y prestando atención a cómo se sienten sus amigos." Los niños comenzaron a ayudar en el jardín, aprendiendo a ser pacientes y observadores. Se dieron cuenta de que, al trabajar juntos y cuidar de cada planta, el jardín florecía aún más. Compartían responsabilidades y se celebraban los logros, como el primer capullo que se abría o la cosecha de las primeras fresas. Desde ese día, el jardín de Jarumy se convirtió no solo en un lugar de belleza, sino también en un aula viva donde los niños aprendían valiosas lecciones sobre la naturaleza, la empatía y el cuidado mutuo. Comprendieron que el verdadero poder no está solo en hacer cosas extraordinarias, sino en el amor y la atención que dedicamos a lo que nos rodea. La fama del jardín sanado de Jarumy se extendió por todo el pueblo. Los padres venían a menudo a agradecerle, no solo por la belleza del jardín, sino por las valiosas lecciones que sus hijos aprendían allí. Jarumy, siempre humilde, compartía su secreto: el poder de la observación atenta y el cuidado sincero. Un día, el anciano del pueblo, Don Raúl, se acercó a Jarumy. Tenía una vieja planta de olivo en su patio que se estaba secando y nadie sabía cómo salvarla. Don Raúl, con voz temblorosa, le pidió ayuda. Jarumy, con su característico cabello castaño recogido y su piel clara iluminada por una sonrisa, aceptó el reto.

Parte 3

Al llegar a la casa de Don Raúl, Jarumy examinó la planta de olivo. Cerró los ojos, como solía hacer, y concentró su energía sanadora. Sintió las raíces profundas pero débiles, y la tierra alrededor parecía tener una energía estancada. A diferencia de las flores del jardín, el olivo necesitaba un tipo de curación diferente, una que restaurara su fuerza ancestral. Con cuidado, Jarumy compartió su energía vital con el olivo, no solo para revivirlo, sino para fortalecerlo desde adentro. Le susurró palabras de aliento a la planta, hablándole de su historia y su resistencia. Poco a poco, se pudo ver un cambio sutil: las hojas secas empezaron a mostrar un verde tenue y el tronco pareció recuperar su firmeza. Don Raúl observó maravillado, y Jarumy le sonrió. "La verdadera curación", le dijo, "no es solo hacer que algo vuelva a la vida, sino ayudarlo a encontrar su fuerza interior para mantenerse sano. Cada ser vivo, ya sea una flor, un árbol o una persona, tiene una gran capacidad de recuperación si le damos el cuidado y el amor que necesita." Desde ese día, Don Raúl se dedicó a cuidar su olivo con renovado entusiasmo, inspirado por la sabiduría de Jarumy. El olivo no solo se recuperó, sino que prosperó, convirtiéndose en un símbolo de resiliencia y esperanza para todo el pueblo. Jarumy, la maestra curandera, demostró que el mayor superpoder es amar, observar y cuidar, y que estas acciones, sencillas pero profundas, tienen la capacidad de sanar el mundo que nos rodea.

La fama del jardín sanado de Jarumy se extendió por todo el pueblo. Los padres venían a menudo a agr
Final del Cuentito

Fin ✨

Detalles del Cuentito

Protagonista:Jarumy
Categoría:
Tipo de personaje:
Superpoder:
Estilo:

🏆 Top 3 del mes

✨ Cuentitos recientes

¡Crea un Cuentito!

Dale vida a tus ideas con personajes únicos, poderes y aventuras llenas de magia

Rápido • Único • Divertido