Andre y los Secretos del Bosque

Parte 1

Andre era una maestra muy especial que vivía en una pequeña cabaña al borde de un bosque frondoso. Su cabello, del color del sol, y sus ojos, como dos esmeraldas brillantes, siempre se iluminaban con una sonrisa cálida. Andre no era una maestra cualquiera; poseía un don extraordinario: la habilidad de hablar con todos los animales. Los pájaros le contaban los chismes del día, los conejos le advertían de los peligros y hasta el viejo y sabio búho compartía sus conocimientos ancestrales. Un día, mientras paseaba por el bosque, Andre escuchó un murmullo preocupado proveniente de la espesura. Se acercó con cautela y descubrió a un grupo de ardillas parloteando con angustia. Estaban muy alteradas porque el río que alimentaba su hogar se estaba secando, y temían por su supervivencia. Sus pequeñas colitas se movían nerviosamente mientras explicaban la situación. Andre, conmovida por su aflicción, prometió ayudar. Les dijo con voz tranquilizadora: "No se preocupen, pequeñas. Encontraremos una solución juntas." Las ardillas, aliviadas de que alguien las escuchara y entendiera su problema, le agradecieron con sus agudos chillidos y la rodearon con esperanza en sus ojos diminutos. Siguiendo las indicaciones de una libélula mensajera, Andre se adentró aún más en el bosque, hacia las montañas de donde nacía el río. El camino era escarpado y cubierto de raíces, pero su determinación la impulsaba a seguir adelante. Los animales del bosque, conscientes de su misión, la acompañaban con cautela, cada uno aportando su granito de arena para guiarla o advertirle de posibles obstáculos. Al llegar a la cima, descubrió la causa del problema: un gran tronco de árbol caído bloqueaba el cauce del río, impidiendo que el agua fluyera libremente hacia el valle. Era un obstáculo considerable, demasiado pesado para que ella sola pudiera moverlo. La preocupación volvió a asomar en su rostro, pero no se rindió.