Nayhe no era una pirata cualquiera. Mientras sus compañeros buscaban tesoros relucientes y se dedicaban a cantar alegres canciones marineras, Nayhe prefería la tranquilidad de sus tareas. Le encantaba pulir las cubiertas hasta que brillaran, organizar las provisiones con una precisión impecable y revisar los mapas con una lupa, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar. Su barco, 'El Pacífico', siempre lucía impecable, un reflejo de su dedicación y orden.
Un día, mientras navegaban por aguas tranquilas, una tormenta repentina azotó el barco. Los marineros se asustaron y muchos sufrieron heridas leves por la caída de objetos o los fuertes golpes. El capitán estaba preocupado, pero Nayhe, con una calma inquebrantable, se dirigió a la enfermería improvisada. A pesar de su naturaleza tranquila, poseía un don especial: la habilidad de curar.
Nayhe se movió con rapidez y eficiencia, examinando a cada uno de los heridos. Con un toque suave y una energía cálida que emanaba de sus manos, aliviaba el dolor y cerraba las heridas al instante. Los piratas, sorprendidos por su habilidad, la miraban con asombro y gratitud. Pronto, todos estaban recuperados, listos para continuar la travesía. Nayhe les explicó que su verdadera riqueza no eran las joyas o el oro, sino la capacidad de ayudar y cuidar a los demás. Aprendieron que la mayor aventura es ser amable y servir a la comunidad.
Fin ✨