Roberto y el Bosque Encantado

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29/9/2025INICIAL
Roberto, un amable profesor de historia, era conocido en su pequeña aldea no solo por su gran conoci
Inicio del Cuentito

Parte 1

Roberto, un amable profesor de historia, era conocido en su pequeña aldea no solo por su gran conocimiento, sino también por su fuerza extraordinaria. Su cabello oscuro como la noche, sus ojos verde esmeralda y su piel del color del cacao hacían de él una figura imponente, aunque su corazón fuera tierno y generoso. Los niños lo adoraban por las historias que contaba y por la forma en que, a veces, levantaba carretas cargadas de leña con una sola mano, o doblaba barras de hierro como si fueran ramitas secas. Su superpoder, la super fuerza, era un secreto bien guardado, utilizado solo para ayudar a quien lo necesitara sin alardear. Un día soleado, mientras caminaba por el sendero que bordeaba el antiguo bosque, Roberto escuchó unos sollozos débiles que provenían de las profundidades de los árboles. Intrigado y preocupado, se adentró con cautela, apartando las enredaderas y las ramas bajas con facilidad. El bosque, que siempre había parecido tranquilo, ahora resonaba con una tristeza inusual, y el aire se sentía pesado. Se dio cuenta de que algo no estaba bien. Siguiendo el sonido, llegó a un claro donde encontró a una pequeña criatura de aspecto asustado, con grandes ojos llorosos y pelaje plateado. Era un duende del bosque, un ser que rara vez se dejaba ver. El duende temblaba mientras señalaba con un dedo diminuto hacia una enorme roca que bloqueaba el camino a un riachuelo cristalino, la única fuente de agua pura para su hogar. La roca era tan grande que parecía imposible moverla. Sin pensarlo dos veces, Roberto se acercó a la roca. Los niños del duende y otros habitantes del bosque se escondían entre los árboles, observando con terror y asombro. El profesor, sintiendo la urgencia de la situación, se colocó frente a la pesada mole de piedra. Respiró hondo, concentró su energía y, con un rugido controlado, apoyó sus manos en la roca. La tierra tembló bajo sus pies y las raíces de los árboles cercanos crujieron. Con un esfuerzo titánico, Roberto logró empujar la roca. El sonido del desplazamiento resonó por todo el bosque, y el duende y sus amigos salieron de sus escondites. La roca se deslizó lentamente hacia un lado, liberando el curso del arroyo. El agua comenzó a fluir de nuevo, cantando alegremente mientras descendía. El duende, con una sonrisa radiante, agradeció a Roberto con profundo respeto, prometiendo que la gratitud de los espíritus del bosque nunca lo abandonaría.

El duende, recuperado de su susto, explicó que la roca había caído durante una tormenta inusualmente
Desarrollo del Cuentito

Parte 2

El duende, recuperado de su susto, explicó que la roca había caído durante una tormenta inusualmente fuerte que había azotado el bosque esa misma noche. La tormenta, provocada por un espíritu de la discordia, había alterado el equilibrio natural del lugar. El agua limpia era vital para la supervivencia de las plantas mágicas que crecían allí, y su ausencia estaba causando un gran sufrimiento a los habitantes del bosque. El rostro del duende reflejaba la profunda preocupación que sentía por su comunidad. Roberto escuchó atentamente, comprendiendo la gravedad de la situación. El espíritu de la discordia, según las leyendas que él mismo solía contar, era una entidad traviesa que se alimentaba del caos y la negatividad. Era importante no solo restaurar el flujo del agua, sino también calmar al espíritu para que no causara más problemas. Sabía que su fuerza era una herramienta, pero la sabiduría y la compasión eran igual de importantes. Los pequeños duendes, viendo la valentía de Roberto, empezaron a reunirse a su alrededor, observando con fascinación su figura imponente pero bondadosa. Le trajeron pequeñas bayas brillantes y gotas de rocío, ofrendas de paz y agradecimiento. Roberto sonrió, sintiéndose conmovido por su generosidad. Les dijo que no debían temer, que juntos encontrarían la manera de restaurar la armonía en su hogar. Con la roca removida, el arroyo volvió a cantar. Roberto ayudó a los duendes a despejar algunas ramas caídas que impedían el paso por el sendero. Luego, siguiendo las indicaciones del duende principal, se dirigió hacia el corazón del bosque, donde se decía que habitaba el espíritu de la discordia. No iba a luchar contra él, sino a intentar calmarlo con su presencia pacífica y su firme determinación de proteger a los seres inocentes. Se preparó para lo que pudiera encontrar, sabiendo que la verdadera fuerza residía en la voluntad de ayudar y en la empatía. El bosque, a pesar de la reciente perturbación, comenzaba a respirar de nuevo, y las flores marchitas parecían recuperar un poco de su color. Roberto, con paso decidido, se adentró en la parte más densa y sombría del bosque, guiado por una luz tenue que parpadeaba entre los árboles.

Parte 3

Al llegar a una gruta cubierta de musgo, Roberto encontró al espíritu de la discordia. No era una criatura aterradora, sino un ser hecho de sombras danzantes y susurros inquietos, rodeado de una aura de confusión. En lugar de mostrar agresividad, el espíritu parecía atrapado en su propia melancolía, alimentada por la tormenta que él mismo había intensificado sin comprender del todo. Roberto, usando su voz calmada pero firme, le habló al espíritu. No lo acusó, sino que le explicó el daño que sus acciones, intencionadas o no, habían causado. Le habló de la importancia del equilibrio y de la tristeza de los pequeños seres del bosque. Mientras hablaba, proyectaba una luz de calma y comprensión, emanando la misma fuerza interior que usaba para mover rocas, pero canalizada hacia la empatía. El espíritu de la discordia, al percibir la sinceridad y la ausencia de juicio en Roberto, comenzó a disiparse. Sus susurros se volvieron menos caóticos y sus sombras, menos densas. Roberto le ofreció al espíritu una semilla mágica, símbolo de crecimiento y armonía, que el duende le había entregado. Le explicó que incluso en la oscuridad, siempre hay una oportunidad para sembrar la luz. Lentamente, el espíritu aceptó la semilla y pareció encontrar paz. La opresión en el aire disminuyó, y una suave brisa comenzó a mecer las hojas de los árboles, trayendo consigo el aroma fresco de la tierra mojada. Roberto sintió que había cumplido su misión. No había necesidad de usar su super fuerza física, sino su fuerza de carácter y su capacidad para tender la mano incluso a aquellos que parecían haberse perdido. Regresó al claro donde lo esperaban los duendes. El sol brillaba a través de las hojas, iluminando el arroyo y las flores ahora vibrantes. Los duendes vitorearon al verlo. Roberto les sonrió y les dijo que siempre debían recordar que, aunque los problemas puedan parecer tan grandes como una roca, la verdadera fuerza reside en la bondad, la compasión y la voluntad de ayudar a los demás. Esa noche, la aldea y el bosque durmieron en paz, agradecidos por la intervención del profesor de corazón noble y fuerza poderosa.

Al llegar a una gruta cubierta de musgo, Roberto encontró al espíritu de la discordia. No era una cr
Final del Cuentito

Fin ✨

Detalles del Cuentito

Protagonista:Roberto
Categoría:
Tipo de personaje:
Superpoder:
Estilo:

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