
José María era un niño como cualquier otro, con una sonrisa radiante y unos ojos grises que brillaban con curiosidad. Vivía en un pueblo pequeño donde todos se conocían, y su casa estaba cerca de la gran escuela con sus ventanales altos y su patio lleno de juegos. José María tenía el cabello negro azabache, tan oscuro como la noche, y su piel morena brillaba bajo el sol. A simple vista, parecía un niño común, disfrutando de las tardes jugando a la pelota con sus amigos y soñando despierto en clase.

Pero José María guardaba un secreto asombroso: poseía una super velocidad increíble. Cuando nadie lo miraba, o cuando la urgencia lo requería, podía moverse tan rápido que dejaba a todos boquiabiertos. Podía correr más rápido que el viento, completar tareas en un abrir y cerrar de ojos y, a veces, incluso aparecía en dos lugares a la vez. Para él, esta habilidad era un regalo, pero también una responsabilidad que debía aprender a manejar con cuidado. A menudo practicaba en secreto en el bosque cercano, sintiendo la adrenalina y la libertad que su poder le otorgaba.
Un día, un gran lío se presentó en la escuela. Se habían perdido los exámenes finales justo antes de que terminara el ciclo escolar, y la directora estaba muy preocupada. Todos buscaban por todas partes, pero los papeles parecían haberse desvanecido. José María sabía que este era el momento perfecto para usar su don. Con un movimiento relámpago, recorrió cada rincón de la escuela, desde el ático polvoriento hasta el sótano húmedo, y en cuestión de segundos, encontró los exámenes escondidos debajo de un montón de libros olvidados en la biblioteca.

Fin ✨
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