Karen y el Misterio de los Libros Desaparecidos
Parte 1
Karen era una profesora de primaria con una cabellera tan roja como el fuego y ojos tan verdes como las hojas recién nacidas. Su piel, de un tono cálido y suave, reflejaba el sol cada mañana cuando llegaba a la escuela. Lo que la mayoría de la gente no sabía es que Karen poseía un secreto extraordinario: super velocidad. Podía cruzar el patio escolar en un abrir y cerrar de ojos, recoger todos los lápices caídos antes de que tocaran el suelo, o entregar un mensaje a otro maestro al otro lado del edificio antes de que el timbre sonara. Los niños la adoraban, y aunque pensaban que era simplemente muy eficiente, Karen disfrutaba de su don para hacerles la vida un poco más fácil y divertida.
Parte 2
Un martes por la mañana, un pequeño caos se apoderó de la biblioteca de la escuela. Los libros, sus preciados libros, ¡habían desaparecido! No uno o dos, sino estanterías enteras. La directora, la señora Gable, estaba desconcertada. El bibliotecario, el señor Fitzwilliam, casi lloraba. Los niños estaban tristes porque no podían leer sus historias favoritas. "¿Cómo pudo pasar esto?" se preguntaba todo el mundo. Karen sintió una punzada de urgencia. Sabía que su super velocidad podría ser la clave para resolver este misterio. Mientras los adultos debatían y los niños cuchicheaban, Karen se escabulló hacia la biblioteca, decidida a encontrar una respuesta.
Parte 3
Con un pensamiento, Karen activó su super velocidad. Se movió tan rápido que se convirtió en un borrón rojo y verde, recorriendo cada rincón de la escuela. Revisó el gimnasio, el aula de arte, incluso el tejado, buscando alguna pista. De repente, cerca del viejo roble en el patio trasero, notó unas pequeñas huellas que no pertenecían a ningún animal conocido. Siguiéndolas a super velocidad, llegó a una madriguera oculta. Con cuidado, usó su velocidad para cavar suavemente la tierra, revelando un tesoro de libros. Resultó que un grupo de ardillas muy inteligentes, fascinadas por las imágenes, había estado 'tomando prestados' los libros para inspirarse en sus nidos. Karen les explicó con paciencia (y gestos rápidos) que los libros debían permanecer en la biblioteca para que todos pudieran disfrutarlos. Las ardillas, arrepentidas, ayudaron a devolverlos. Karen se dio cuenta de que incluso los seres más pequeños pueden tener grandes ideas, y que la cooperación y la comprensión son tan poderosas como la velocidad.
Fin ✨
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